17 de marzo de 2015

Sudor

El calor de una noche de verano no es directamente proporcional a la candidez de un cuerpo una noche de verano. Tampoco lo es más por el verano, ni menos por el invierno. Lo diametralmente opuesto es el cuerpo que, cándido de verano, ya no siente la esencia física de su primigenio origen o la satisfacción más fútil de sus deseos primigenios.
Pero el cuerpo es uno y el verano otro. Se cruzan, van y vienen, pero a veces lo hacen en un mental traje de neopren...sí, ese que emula otros cuerpos resbalosos de seres marinos, desconocidos, míticos.


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