4 de abril de 2012

No sé...

No sé demasiado sobre nada, ¿quién lo sabe acaso? Hoy, entre un té y unas galletitas, reflexionaba sobre eso. ¿Por qué ese afán misterioso y llamativo por conocer las cosas? ¿Es una virtud o una maldición? La avidez por el conocimiento suele tomarse como una virtud, como una inquietud digna del más dotado de los seres humanos; aún más si ese conocimiento es aplicado para generar otros. ¿Cualquiera puede aprovechar ese conocimiento? ¿Es una competencia o sólo el tener conocimientos de por sí regocija al ser humano?
Después de tantas preguntas miré por la ventana, ¿la gente que caminaba por las veredas también buscaba conocer las cosas a toda hora? No lo sé, me respondí. Ah, por supuesto...porque nuevamente recordé que no sé demasiado sobre nada...